Texto por Paulina López

 

Esta pequeña isla de tan solo 344 km2 se encuentra en la zona sureste del mar Caribe, al norte de Trinidad y Tobago, al nordeste de Venezuela y al sur de San Vicente y las Granadinas. Cuenta la leyenda que el primer habitante de esta isla peninsular fue criado por pingüinos. Algunos pensarían que es un mito bien fundamentado pero, después de que durante una excavación se encontró una foto (que bien podría ser un dibujo) de unos niños con uniforme y los pingüinos, las cosas cambiaron.

Nadie sabe exactamente si esa foto fue tomada cuando la isla pasó a depender de la corona británica o antes de eso. Los granadinos más viejos aseguran que fueron los pingüinos los que protegieron la zona por mucho tiempo. Los detractores utilizan la foto y cada detalle que hay en ella para comprobarles lo contrario. Cualquier imagen que pretenda ser documento se vuelve un anhelo utópico de proyectar el mundo en el que intentamos estar.

En todo caso nada en la fotografía podría garantizarnos lo más importante: la verdad. A la foto se le otorgaron cientos de explicaciones y valores que procedían a los contenidos originales de la misma. Quién sabe, podría ser un dibujo o un artificio bien escondido. Podría hasta ser un engaño creado a posteriori. Nadie sabe realmente pero ya saben cómo son los que como por obligación quieren creer: lo que veo es y lo que es lo puedo y lo TENGO que ver.

En fin, la crisis de la verdad sobre la leyenda no es lo más importante de esta isla. Lo interesante aquí son los datos históricos que se han logrado recabar. Uno de ellos habla sobre la invasión de Cuba a Granada. Naturalmente Cuba querría ser parte de este microcosmos ya que era sabido entre gente que apoyaba a “los rojos” que aquí vivieron familias en concordia micro-comunista. Eso atrajo a la Unión Soviética, en su momento y a Fidel Castro.

De la invasión no se sabe mucho salvo que más que invasión fue una invitación, un “pase usted, después de usted” de los granadinos a los cubanos. Se hicieron fiestas que duraron semanas y las fábricas cerraron para eso. “Es lo que todos queríamos”, comentó un granadino en una entrevista para la BBC a principios de los dosmiles. El hombre, a pesar de su edad, portaba una playera pegada con la cara del Che Guevara y una gorra verde paramilitar.

La ansiedad que se veía en su cara era totalmente comprensible, había dado más de dos mil entrevistas después de la popularización de Las Cinco. Todos querían hablar del “sobreviviente del comunismo en una isla perdida”, todos buscaban la exclusiva pero la exclusiva se terminó por desgastar y nadie lo notó. Todos seguían dando “la exclusiva” aún años después.

Para todos los comunistas esta isla fue el modelo a seguir, el “estuvimos muy cerca” y es que como todos sabemos las utopías se terminan por perseguir solo en las islas. Creer que otro mundo es posible solo podría pasar en islas como Granada donde al menos por un corto periodo de tiempo la gente se consolaba ante la triste realidad.